La creación según los Ssi-ruuk
Kathy Tyers
De la tableta de datos de Voren Na’al.
Antes de abandonar Bakura, pasé
varias horas a bordo de la nueva nave rebelde Sibwarra, denominada Flauta
por su tripulación. El personal de la Alianza fue extremadamente colaborador,
permitiéndome asentarme en el puente para investigar y proporcionándome una
máscara de filtrado para protegerme del olor acre de la nave. Ninguno de los
ordenadores del Sibwarra ha sido descargado.
El programa de traducción de Ce-Trespeó y Erredós-Dedós resultó ser de más
ayuda que el sistema de habla del Sibwarra,
y pude acceder a una vasta biblioteca. De una copia codificada de su bárbaro y
fascinante libro sagrado, el G’nnoch,
extraje su relato de la creación.
Del Primer Huevo...
Del primer huevo nacieron dos:
Ssi y P’w’itthki. Ssi y P’w’itthki daban y tomaban vida, creaban y
transformaban. El mundo se movía en círculos, inspirando y espirando, y el olor
de la monotonía duró doce mil años.
Entonces Ssi insufló vida en el
segundo huevo. De él nacieron sus hijos. P’w’itthki insufló vida en el tercer
huevo y de él nació descendencia para servir a los hijos de Ssi. Sus nuevos
olores se mezclaron en un sabroso aroma.
Con el tiempo, P’w’itthki incubó
ideas infames. Tratando de desplazar a Ssi, P’w’itthki instruyó a sus hijos
para que declararan la guerra a los primeros nacidos, sus ancianos.
Ssi defendió a los suyos, y
vencieron a la maloliente progenie de P’w’itthki. Pero consumieron toda la yema
que quedaba en el primer huevo, y cuando soplaron los vientos helados, se
estremecieron, y algunos murieron.
La peste de la muerte asustó a
los hijos de Ssi. Alzaron sus garras hacia Ssi, suplicando comida, calor y luz.
Ssi luchó contra P’w’itthki y le
venció, y le mató. Perdonó a la descendencia de P’w’itthki, pero para permitirles
expiar su rebelión, les ordenó que sirvieran a los Ssi-ruuk. Vertió sus aguas
de consagración en Lwhekk y lo convirtió en un mundo sagrado. Entonces juró
ante su progenie: Aquellos que habían muerto los recogería en el Cuarto huevo,
su propio hogar.
Ssi enseñó a sus hijos a extraer
el poder de la descendencia de P’w’itthki, y a realizar el rito en su juventud,
antes de que la edad los volviera rebeldes. De ese poder obtenían comida, calor
y luz.
En tiempos posteriores, los hijos
de Ssi aprendieron a abandonar Lwhekk. Él les advirtió, diciendo:
-No puedo prometeros un viaje
seguro al Cuarto huevo desde mundos sin consagrar. Debéis realizar ritos
sagrados en cada nuevo mundo-huevo, para que no muráis allí y vaguéis
eternamente.
Pero para su gozo y su sorpresa,
los Ssi-ruuk encontraron muchas formas nuevas de descendencia, las nidadas de
otros fundadores de mundos. Pidieron a Ssi que les ofreciera también esas
descendencias, y Ssi les entregó el poder vital de los otros. Y vertieron aguas
sagradas en otros mundos, y reclamaron para sí otros mundo-huevos.
Y muchos nuevos olores llegaron a
las lenguas olfativas de Ssi, complaciéndole, y el universo creció.
Nota final, por Voren Na’al: De acuerdo con un programa de análisis
literario ofrecido por Ce-Trespeó, partes de este relato son antiguas, pero
otras fueron escritas recientemente, imitando el estilo antiguo. Algunas no se
traducen con facilidad al básico. Quedé particularmente confundido acerca de “consagrar”
mundos. Durante mi búsqueda no encontré ninguna otra referencia. Encontré una
referencia externa a las “aguas de consagración” en un texto médico, pero
describía pruebas para infecciones de fluido espinal. Probablemente no sea
relevante para las prácticas religiosas de los alienígenas.
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