Evasión de la cantina
En fuga
Has pasado los
últimos días en el puerto estelar de Wroona, ocultándote de algunos
cazarrecompensas –que tratan de “recaudar” la deuda de los pagos retrasados por
tu nave- y tratando de encontrar algo de trabajo transportando (o contrabandeando)
mercancía.
Hoy los negocios
comenzaron a tener buena pinta cuando contactó contigo un anciano que estaba
dispuesto a pagarte 5.000 créditos por transportar una simple tarjeta de datos
a un amigo suyo en Salliche; un general retirado llamado Locus Geen. Conoces
las rutas hacia Salliche, así que el trabajo parecía pan comido. Desde luego,
sospechabas ligeramente que este tipo trabajaba para la Alianza Rebelde, pero
mientras te paguen, no te importa trabajar para los rebeldes. Así que decidiste
aceptar el trabajo.
El único
problema era que tu cliente no llevaba consigo la tarjeta de datos cuando te
reuniste con él por la mañana. Así que quedasteis en reuniros en un almacén en
el puerto estelar de Wroona. Todo fue bien... el viejo te entregó la tarjeta de
datos, te dio instrucciones para encontrar a Locus Geen en Salliche, y acababa
de entregarte 5.000 créditos cuando una escuadra de soldados de asalto
imperiales irrumpió en vuestra pequeña reunión. No te apetecía quedarte ahí
quieto y responder preguntas sobre la Alianza Rebelde... en lugar de eso,
desenfundaste tu bláster, disparaste unas cuantas veces, y te lanzaste a una
retirada precipitada.
Ahora el Imperio
está registrando el puerto estelar de Wroona en tu busca.
Después de
correr por algunos callejones, de ocultarte en portales oscuros y de mezclarte
en las grandes multitudes, has llegado a un callejón sin salida. Ante ti, una
escuadra de soldados de asalto imperiales ha establecido un punto de control, y
están inspeccionando la identificación de todo el mundo que pasa por allí.
Mirando rápidamente por encima de tu hombro, adviertes a cuatro soldados de
asalto más que se acercan hacia ti por la multitud. Pensando con rapidez, te
introduces en la cantina del puerto estelar...
El interior de
la cantina es oscuro y lleno de humo. Las luces en las mesas, los reservados y la
barra sólo proporcionan una débil iluminación. Varios parroquianos deambulan
por allí, y un camarero sullustano trabaja detrás de la barra, ocupado
limpiando vasos con un trapo sucio. Uno de los reservados cerca de la parte
trasera del bar está cerrado con una cortina de tela rasgada; aparentemente
esta cantina en ocasiones alberga actuaciones de una banda en directo, pero no
hoy. En su lugar, resuena en el local música enlatada a través de antiguos y
crepitantes altavoces dispuestos a intervalos por el techo.
Varios
parroquianos de la cantina captan tu atención; podrían ser capaces de ayudarte,
o al menos ofrecerte cierta cobertura si a los soldados de asalto les da por
pensar y comienzan a registrar el lugar. El camarero sullustano podría ser de
ayuda, y te mira como si te estuviera invitando a echar un trago.
En un reservado
ves a un rodiano que está sentado solo; si te sientas frente a él en el
reservado, no serías visible desde la entrada de la cantina.
Apoyada en la
barra al fondo del todo de la cantina ves una mujer con cabello rubio platino,
con pantalones y botas negras, una camisa blanca y un chaleco rojo. Lleva una
llamativa cinta en la cabeza, y una pistola bláster pesada sujeta a la cadera.
Su mirada va pasando de su bebida a la zona de la banda cubierta por la
cortina, y luego a la entrada de la cantina.
Tal vez te
interese ver si sabes algo acerca de esos alienígenas o sobre la mujer, antes
de decidirte a pedirles ayuda...
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