Una comida muy especial
Peter Schweighofer
El chef principal Tavvar Va’ran estaba nervioso.
Era una noche ajetreada en el Manarai, y tenía muchos pedidos que servir. Era
el segundo mejor chef kubaz del Imperio; por supuesto, pocos sabían que el
mejor chef kubaz estaba al servicio personal del Emperador. La mayor parte del
tiempo, el chef principal Va’ran sólo era responsable de las delicadas delicias
culinarias que se servían en las mesas del Manarai. Hoy sería responsable de
asesinato.
Tavvar permanecía de pie, en silencio, limpiándose
las manos en un trapo suelto, escuchando a la humana que estaba frente a él, al
otro lado de la mesa de preparación. Para los estándares humanos, era preciosa,
pero el chef kubaz la encontraba carente de atractivo porque conocía el corazón
negro que acechaba bajo los hermosos rasgos. Sin embargo, era accionista del
Manarai, y su jefa... de hecho, ella le había contratado personalmente. Era una
deuda que nunca le dejaba olvidar.
Tavvar sabía que si no cooperaba, Guri no tendría
reparos en eliminarle y animar a la gerencia del Manarai que pusiera en su
lugar al tercer mejor chef kubaz de la galaxia. Escuchaba atentamente.
-Estás preparando un plato para Fendrilon Koozar,
¿no es así? –preguntó ella fríamente.
-Sí –respondió Tavvar. Había oído hablar de Koozar,
uno de los consejeros del Emperador que tenía la alarmante costumbre de meter
sus narices donde no le llamaban-. Ha pedido un aperitivo de filete de
atrapamoscas wrooniano crudo, seguido de un bol de hojas de sufar aliñado con
brotes de mecolar y salsa drezzle, y luego un plato principal de anguila fleek frita
en aceite de zaffa. Aún no ha pedido el postre.
Guri le lanzó una mirada de desdén. Él sabía que
estaba bien entrenada en cultura y en etiqueta, pero parecía no apreciar los
elevados gustos con los que Koozar estaba acostumbrado a obsequiarse.
-Te asegurarás de que reciba la “especialidad de la
casa” –dijo ella.
Tavvar arrugó el hocico en una extraña mueca de
disgusto. El término era un código. Era una combinación de ingredientes,
algunos de ellos condimentos alimentarios naturales, y otros productos químicos
casi imposibles de rastrear. Se añadirían a los platos de la víctima a lo largo
de la comida. Esos componentes estaban diseñados para trabajar en conjunto con
los aceites y especias naturales que se encontraban en la comida, así como con
el propio sistema digestivo de la víctima, para causar ciertos efectos poco
placenteros varias horas después de consumir la comida... resultando a menudo
en la muerte, bastante dolorosa, de la víctima.
-¿Tiene alguna instrucción de preparación
específica que quiera que siga? –preguntó Tavvar.
-Como siempre, busco algo discreto –dijo Guri-. Tal
vez una receta que le cause más tarde efectos alucinógenos... algo que le pueda
inducir a abrir la puerta de su deslizador y saltar, o a tirarse desde el
balcón de su torre.
Tavvar recorrió mentalmente combinaciones de
productos químicos, especias, elementos de la comida de Koozar y su
conocimiento de la fisiología humana. Una dosis de insípida thetametabuterina
en el filete de atrapamoscas, un moho híbrido en los brotes verdes, y algo de
especia collafa en el aceite de zaffa deberían bastar, pensó.
-Se hará de acuerdo con sus órdenes –dijo Tavvar.
No supuso una gran diferencia. Guri seguía allí de pie; seguiría vigilando
hasta que toda la comida estuviera preparada y servida. Así que Tavvar comenzó
su labor culinaria.
La noche siguiente, Tavvar vio en las noticias que
Fendrilon Koozar, mientras iba en su lujoso aerodeslizador, lanzó un ataque
incontrolable a su droide piloto, arrebató al autómata los controles, y estampó
su vehículo contra el Ministerio de Gestión de Territorios, pereciendo en una intensa
explosión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario