jueves, 10 de septiembre de 2015

Una comida muy especial

Una comida muy especial
Peter Schweighofer

El chef principal Tavvar Va’ran estaba nervioso. Era una noche ajetreada en el Manarai, y tenía muchos pedidos que servir. Era el segundo mejor chef kubaz del Imperio; por supuesto, pocos sabían que el mejor chef kubaz estaba al servicio personal del Emperador. La mayor parte del tiempo, el chef principal Va’ran sólo era responsable de las delicadas delicias culinarias que se servían en las mesas del Manarai. Hoy sería responsable de asesinato.
Tavvar permanecía de pie, en silencio, limpiándose las manos en un trapo suelto, escuchando a la humana que estaba frente a él, al otro lado de la mesa de preparación. Para los estándares humanos, era preciosa, pero el chef kubaz la encontraba carente de atractivo porque conocía el corazón negro que acechaba bajo los hermosos rasgos. Sin embargo, era accionista del Manarai, y su jefa... de hecho, ella le había contratado personalmente. Era una deuda que nunca le dejaba olvidar.
Tavvar sabía que si no cooperaba, Guri no tendría reparos en eliminarle y animar a la gerencia del Manarai que pusiera en su lugar al tercer mejor chef kubaz de la galaxia. Escuchaba atentamente.
-Estás preparando un plato para Fendrilon Koozar, ¿no es así? –preguntó ella fríamente.
-Sí –respondió Tavvar. Había oído hablar de Koozar, uno de los consejeros del Emperador que tenía la alarmante costumbre de meter sus narices donde no le llamaban-. Ha pedido un aperitivo de filete de atrapamoscas wrooniano crudo, seguido de un bol de hojas de sufar aliñado con brotes de mecolar y salsa drezzle, y luego un plato principal de anguila fleek frita en aceite de zaffa. Aún no ha pedido el postre.
Guri le lanzó una mirada de desdén. Él sabía que estaba bien entrenada en cultura y en etiqueta, pero parecía no apreciar los elevados gustos con los que Koozar estaba acostumbrado a obsequiarse.
-Te asegurarás de que reciba la “especialidad de la casa” –dijo ella.
Tavvar arrugó el hocico en una extraña mueca de disgusto. El término era un código. Era una combinación de ingredientes, algunos de ellos condimentos alimentarios naturales, y otros productos químicos casi imposibles de rastrear. Se añadirían a los platos de la víctima a lo largo de la comida. Esos componentes estaban diseñados para trabajar en conjunto con los aceites y especias naturales que se encontraban en la comida, así como con el propio sistema digestivo de la víctima, para causar ciertos efectos poco placenteros varias horas después de consumir la comida... resultando a menudo en la muerte, bastante dolorosa, de la víctima.
-¿Tiene alguna instrucción de preparación específica que quiera que siga? –preguntó Tavvar.
-Como siempre, busco algo discreto –dijo Guri-. Tal vez una receta que le cause más tarde efectos alucinógenos... algo que le pueda inducir a abrir la puerta de su deslizador y saltar, o a tirarse desde el balcón de su torre.
Tavvar recorrió mentalmente combinaciones de productos químicos, especias, elementos de la comida de Koozar y su conocimiento de la fisiología humana. Una dosis de insípida thetametabuterina en el filete de atrapamoscas, un moho híbrido en los brotes verdes, y algo de especia collafa en el aceite de zaffa deberían bastar, pensó.
-Se hará de acuerdo con sus órdenes –dijo Tavvar. No supuso una gran diferencia. Guri seguía allí de pie; seguiría vigilando hasta que toda la comida estuviera preparada y servida. Así que Tavvar comenzó su labor culinaria.
La noche siguiente, Tavvar vio en las noticias que Fendrilon Koozar, mientras iba en su lujoso aerodeslizador, lanzó un ataque incontrolable a su droide piloto, arrebató al autómata los controles, y estampó su vehículo contra el Ministerio de Gestión de Territorios, pereciendo en una intensa explosión.

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