miércoles, 9 de septiembre de 2015

Un viejo amor necesitado


Un viejo amor necesitado
Peter Schweighofer

Wendell Wright-Sims releyó la invitación impresa en la tarjeta de plástico mientras se acercaba a la entrada de la sala de recepciones.
Por la presente, Su Eminencia, Kren Blista-Vanee, Consejero Imperial de nuestro Muy Augusto Emperador, solicita su próspera presencia en una gala con motivo de la representación en la velada inaugural de la temporada de El Ciclo de Kallea.
Tendió la farragosa invitación al guardia de honor, quien la introdujo en un lector de datos, y luego le indicó que podía pasar.
Al otro lado, la sala de recepciones estaba repleta de la élite de la sociedad de Coruscant. Si no estaban cotilleando en pequeños corrillos de gente, revoloteaban por el suntuoso salón, admirando la colección de arte del Consejero Imperial, maravillándose ante la exquisita comida, u observando las ventanas de transpariacero de 30 metros de alto que componían las paredes y ofrecían una asombrosa vista de la brillante silueta de Coruscant.
Sin embargo, incluso con la perspectiva de tener que permanecer sentado durante la primera sesión maratoniana del Ciclo de Kallea, Wendell estaba determinado a presentar su habitual personalidad encantadora. Era parte de su trabajo, aunque significara aguantar en su asiento durante toda una tediosa ópera brentaal.
Se aseguró de que su cabello blanco seguía en su sitio y se estiró los faldones del traje de gala del diseñador de esta semana antes de mezclarse entre el gentío. Wendell se deslizó en una conversación, se coló en un debate, y finalmente en otra discusión, todo ello mientras sonreía, asentía, estrechaba manos y, básicamente, reforzaba su devoción a aquellos adictos a la especia más refinada que tan diestramente dejaba en sus umbrales.
-Sí, es asombroso cómo esos intérpretes pueden cantar durante cinco horas seguidas. Deben entrenar sus voces durante años antes de poder realizar semejante proeza de atrevimiento musical.
”Lady Comark, qué vestido tan adorable lleva esta noche. Sí, me aseguraré de pasarme a hacerle una visita pronto. Por supuesto, ¿qué invitado no llevaría un obsequio adecuado a su gracioso anfitrión?
”¡Qué abominable! Uno creería que esos rebeldes podrían pensar que las vidas inocentes tienen algún valor, pero parece que nunca se detendrán hasta que vuelvan a estar aquí sentados, en las salas del antiguo Senado.
”Sin duda debe estar usted bromeando, gran almirante Takel. ¿Un escándalo de hace años involucrando al difunto gran moff Tarkin y una de sus ayudantes? Estoy seguro de que las actuales administraciones imperiales están bastante por encima de tales incorrecciones. Oh, y sí, tendré un paquete para usted la próxima semana.
Era la clase de cháchara superficial en la que Wendell era un experto. Mientras les hiciera la pelota adecuadamente, vendería suficiente especia para vivir de modo extremadamente confortable.
Entonces la vio, una exquisita visión de belleza. Al menos eso es lo que él le diría. Habían pasado al menos dos años desde que se habían cortejado informalmente. Wendell lo recordaba como una época placentera, aunque no terminaba de recordar por qué se habían separado. Tal vez mereciera la pena sobrevivir las cinco horas de la representación de la primera porción de la ópera, después de todo...
-Vaya, Mayli Weng –exclamó Wendell, acercándose a la mujer del suntuoso traje de noche y el cabello artísticamente peinado-. No te había visto desde...
-Desde que dejamos de vernos –le cortó ella con aire casual, apartándose de la conversación que había estado manteniendo con varios caballeros de aspecto importante.
Wendell le tomó la mano y presionó con delicadeza sus labios en ella.
-Un tecnicismo menor –dijo suavemente. Mayli no se daba cuenta (o tal vez simplemente no decía nada), pero mientras mantenían una charla insustancial, Wendell la fue conduciendo lentamente fuera de zona principal donde charlaban los invitados, hacia los más tranquilos pasillos exteriores. Mayli le siguió en silencio y esbozó una sonrisa educada al pasar junto a varios conocidos. Para cuando Wendell la condujo junto a una de las inmensas ventanas desde las que se dominaba Coruscant, ella había abandonado sus corteses modales.
-Wendell, no tengo tiempo para tus avances románticos –dijo-. Tanto tú como yo tenemos negocios que tratar en esta recepción. Nuestros modos de vida dependen de asuntos como este. No ganamos nada abriendo viejas heridas emocionales...
-Puedo permitirme pasar parte de mi tiempo con una amiga necesitada –dijo Wendell con frialdad-. Ciertamente pareces molesta por algo. Lo bastante molesta como para que pueda interferir con las negociaciones que tengas previstas esta noche.
-Mis “negociaciones previstas” no son de tu incumbencia –comenzó a decir Mayli-. No es culpa mía que la mitad de mis artistas en Ralltiir estén siendo detenidos como simpatizantes rebeldes, que el gobernador Snopps de Corulag no ordene a esos cadetes de la Academia que dejen de abusar de las chicas de mi salón de placer, y que el gobierno essellano quiera disolver el sindicato y regular allí la industria a su tiránico estilo propio.
-Parece que tienes muchas cosas en la cabeza –dijo Wendell, rodeándole los hombros con el brazo-. Tal vez pueda ofrecerte una distracción...
-No quiero nada de tu mercancía, si es eso todo lo que puedes ofrecerme –le interrumpió Mayli, dando un paso para apartarse-. Sabes que no he tocado esa mierda desde que me aparté de las pistas de baile.
-Como iba diciendo, tal vez pueda ofrecerte una distracción recordando viejos tiempos... ya sabes, tomar prestadas unas cuantas exquisiteces culinarias de la bandeja de un camarero, una botella de algún vino añejo cedrelliano, y nosotros, ya me entiendes. Sin compromiso, por supuesto.
-Wendell, a veces puedes ser irritantemente vano.
-Y sin embargo, debes admitir que de vez en cuando el encanto a menudo resulta un sustituto satisfactorio. –Comenzó a conducirla de la mano hacia los arcos de la terraza-. Vamos, camina conmigo por el jardín de la balconada, y eliminaré de tu mente las preocupaciones con mis sonoras interpretaciones de Adranax, el gran poeta korfani: “¿Por qué lamentarse hoy en lágrimas por el ayer/Cuando las actuales horas no van a permanecer?/Ven, pasea conmigo, encontraremos tu perdida paz/En los brazos de un viejo amigo y en un beso fugaz.”

No hay comentarios:

Publicar un comentario