Un viejo amor necesitado
Peter Schweighofer
Wendell Wright-Sims releyó la invitación impresa en
la tarjeta de plástico mientras se acercaba a la entrada de la sala de
recepciones.
Por la
presente, Su Eminencia, Kren Blista-Vanee, Consejero Imperial de nuestro Muy
Augusto Emperador, solicita su próspera presencia en una gala con motivo de la representación
en la velada inaugural de la temporada de El Ciclo de Kallea.
Tendió la farragosa invitación al guardia de honor,
quien la introdujo en un lector de datos, y luego le indicó que podía pasar.
Al otro lado, la sala de recepciones estaba repleta
de la élite de la sociedad de Coruscant. Si no estaban cotilleando en pequeños
corrillos de gente, revoloteaban por el suntuoso salón, admirando la colección
de arte del Consejero Imperial, maravillándose ante la exquisita comida, u
observando las ventanas de transpariacero de 30 metros de alto que componían
las paredes y ofrecían una asombrosa vista de la brillante silueta de Coruscant.
Sin embargo, incluso con la perspectiva de tener
que permanecer sentado durante la primera sesión maratoniana del Ciclo de
Kallea, Wendell estaba determinado a presentar su habitual personalidad
encantadora. Era parte de su trabajo, aunque significara aguantar en su asiento
durante toda una tediosa ópera brentaal.
Se aseguró de que su cabello
blanco seguía en su sitio y se estiró los faldones del traje de gala del
diseñador de esta semana antes de mezclarse entre el gentío. Wendell se deslizó
en una conversación, se coló en un debate, y finalmente en otra discusión, todo
ello mientras sonreía, asentía, estrechaba manos y, básicamente, reforzaba su
devoción a aquellos adictos a la especia más refinada que tan diestramente
dejaba en sus umbrales.
-Sí, es asombroso cómo esos
intérpretes pueden cantar durante cinco horas seguidas. Deben entrenar sus
voces durante años antes de poder realizar semejante proeza de atrevimiento musical.
”Lady Comark, qué vestido tan
adorable lleva esta noche. Sí, me aseguraré de pasarme a hacerle una visita
pronto. Por supuesto, ¿qué invitado no llevaría un obsequio adecuado a su gracioso
anfitrión?
”¡Qué abominable! Uno creería
que esos rebeldes podrían pensar que las vidas inocentes tienen algún valor,
pero parece que nunca se detendrán hasta que vuelvan a estar aquí sentados, en
las salas del antiguo Senado.
”Sin duda debe estar usted
bromeando, gran almirante Takel. ¿Un escándalo de hace años involucrando al
difunto gran moff Tarkin y una de sus ayudantes? Estoy seguro de que las
actuales administraciones imperiales están bastante por encima de tales incorrecciones.
Oh, y sí, tendré un paquete para usted la próxima semana.
Era la clase de cháchara
superficial en la que Wendell era un experto. Mientras les hiciera la pelota
adecuadamente, vendería suficiente especia para vivir de modo extremadamente
confortable.
Entonces la vio, una exquisita
visión de belleza. Al menos eso es lo que él le diría. Habían pasado al menos
dos años desde que se habían cortejado informalmente. Wendell lo recordaba como
una época placentera, aunque no terminaba de recordar por qué se habían
separado. Tal vez mereciera la pena sobrevivir las cinco horas de la
representación de la primera porción de la ópera, después de todo...
-Vaya, Mayli Weng –exclamó Wendell,
acercándose a la mujer del suntuoso traje de noche y el cabello artísticamente
peinado-. No te había visto desde...
-Desde que dejamos de vernos –le
cortó ella con aire casual, apartándose de la conversación que había estado
manteniendo con varios caballeros de aspecto importante.
Wendell le tomó la mano y
presionó con delicadeza sus labios en ella.
-Un tecnicismo menor –dijo suavemente.
Mayli no se daba cuenta (o tal vez simplemente no decía nada), pero mientras
mantenían una charla insustancial, Wendell la fue conduciendo lentamente fuera
de zona principal donde charlaban los invitados, hacia los más tranquilos pasillos
exteriores. Mayli le siguió en silencio y esbozó una sonrisa educada al pasar
junto a varios conocidos. Para cuando Wendell la condujo junto a una de las
inmensas ventanas desde las que se dominaba Coruscant, ella había abandonado
sus corteses modales.
-Wendell, no tengo tiempo para
tus avances románticos –dijo-. Tanto tú como yo tenemos negocios que tratar en
esta recepción. Nuestros modos de vida dependen de asuntos como este. No
ganamos nada abriendo viejas heridas emocionales...
-Puedo permitirme pasar parte de
mi tiempo con una amiga necesitada –dijo Wendell con frialdad-. Ciertamente
pareces molesta por algo. Lo bastante molesta como para que pueda interferir
con las negociaciones que tengas previstas esta noche.
-Mis “negociaciones previstas”
no son de tu incumbencia –comenzó a decir Mayli-. No es culpa mía que la mitad
de mis artistas en Ralltiir estén siendo detenidos como simpatizantes rebeldes,
que el gobernador Snopps de Corulag no ordene a esos cadetes de la Academia que
dejen de abusar de las chicas de mi salón de placer, y que el gobierno essellano
quiera disolver el sindicato y regular allí la industria a su tiránico estilo
propio.
-Parece que tienes muchas cosas
en la cabeza –dijo Wendell, rodeándole los hombros con el brazo-. Tal vez pueda
ofrecerte una distracción...
-No quiero nada de tu mercancía,
si es eso todo lo que puedes ofrecerme –le interrumpió Mayli, dando un paso
para apartarse-. Sabes que no he tocado esa mierda desde que me aparté de las
pistas de baile.
-Como iba diciendo, tal vez
pueda ofrecerte una distracción recordando viejos tiempos... ya sabes, tomar
prestadas unas cuantas exquisiteces culinarias de la bandeja de un camarero,
una botella de algún vino añejo cedrelliano, y nosotros, ya me entiendes. Sin
compromiso, por supuesto.
-Wendell, a veces puedes ser
irritantemente vano.
-Y sin embargo, debes admitir
que de vez en cuando el encanto a menudo resulta un sustituto satisfactorio. –Comenzó
a conducirla de la mano hacia los arcos de la terraza-. Vamos, camina conmigo
por el jardín de la balconada, y eliminaré de tu mente las preocupaciones con
mis sonoras interpretaciones de Adranax, el gran poeta korfani: “¿Por qué
lamentarse hoy en lágrimas por el ayer/Cuando las actuales horas no van a
permanecer?/Ven, pasea conmigo, encontraremos tu perdida paz/En los brazos de
un viejo amigo y en un beso fugaz.”
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