lunes, 14 de septiembre de 2015

Sin escapatoria

Sin escapatoria
Peter Schweighofer

Rixen se abría paso por la plaza central del Puerto de Pasajeros de Kuat entre millones de viajeros más. Se ajustó las correas de su mochila mientras examinaba todas las paredes donde pudiera hacer un puerto de ordenador... con un droide de información en particular conectado a él.
Encontró a L1V-IN conectado cerca de una tienda de artículos de viaje. El droide de información estaba indicando a dos turistas de Gruvia perdidos la dirección a la oficina más cercana de billetes de Cruceros Estrella del Núcleo. Rixen apoyó la espalda contra el muro, esperando su turno para hablar con el droide. Eso también le dio la oportunidad de echar un vistazo a la ajetreada multitud para asegurarse de que no había imperiales cerca... ni tampoco Do’naal, el doble agente que la había estado siguiendo desde Byblos. No. Nadie salvo el bullicioso gentío de siempre, unos cuantos transportistas autónomos reunidos alrededor de un quiosco de comidas cercano, y un técnico de mantenimiento tratando de arreglar un droide de limpieza roto.
Los turistas gruvianos se alejaron siguiendo su camino, y Rixen se acercó a L1V-IN.
-¿En qué puedo ayudarle? –preguntó el droide.
-Sesenta y siete sirenas siderales sisearon simultáneas –dijo ella, usando una de las frases en código. Era un trabalenguas inocuo, pero era también algo que poca gente diría a un droide de información en un agitado puerto estelar-. Rixen. Identificación.
Los sensores de vídeo de L1V-IN giraron en sus cuencas, examinándola de pies a cabeza. Sus programas internos de análisis de habla estaban zumbando, escrutando sus patrones de voz.
-Confirmado –trinó el droide-. ¿En qué puedo ayudarle, Rixen?
-Mensajes –dijo ella con brusquedad. Rixen miró por encima de su hombro para asegurarse de que nadie estaba prestando demasiada atención a su conversación con L1V-IN.
-Tres mensajes –dijo el droide-. Mensaje uno: Stabris informa de que Vewin ha sido capturado por agentes imperiales en Kelada. Fue interrogado a conciencia y ahora se le considera un riesgo de seguridad.
Vewin había sido uno de los mejores agentes. La Alianza Rebelde le echaría de menos, pero no podía ofrecerle ninguna ayuda. ¿Quién sabía cuánto les había contado a los imperiales acerca de sus operaciones en los sectores adyacentes?
Rixen quedó inmóvil cuando unos oficiales de Aduanas Imperiales pasaron cerca, aparentemente con prisas. Pensó que era mejor cambiar la conversación por el momento:
-¿Y después de que gire a la izquierda en la Puerta 96B, encontraré el mostrador de embarque de la Nube Luz de Estrellas?
La programación de L1V-IN captó la señal y le siguió la corriente.
-Sí –respondió-, pero asegúrese de tener toda su documentación dispuesta para el funcionario del mostrador.
Cuando los oficiales desaparecieron de la vista, Rixen ordenó a L1V-IN que continuara.
-Mensaje dos: Stabris ha seguido camino hacia los Territorios del Borde Exterior, ya que se han incrementado las operaciones imperiales de contra-espionaje en los Mundos del Núcleo y las Colonias. Permanecerá en Bimmisaari y esperará a contactar con usted.
Parecía que los planes de viaje de Rixen iban a cambiar. Sin embargo, tal vez fuera mejor que se mantuviera lo más lejos posible de los Mundos del Núcleo, por ahora. La Inteligencia Imperial estaba interceptando sus operaciones allí, y caza vez era más y más implacable persiguiendo a sus agentes.
-Mensaje tres: Del agente Do’naal.
¿El agente Do’naal? Rixen se preguntó cómo era posible que el supuesto espía imperial hubiera accedido a uno de los droides de información modificados de la rebelión. Algo no iba bien...
L1V-IN continuó comunicando el mensaje.
-Está rodeada. Ponga las manos sobre la cabeza. No haga movimientos bruscos.
-¿Qué? -exclamó Rixen. Antes de que pudiera apartarse del droide, fue rodeada por varios agentes imperiales encubiertos, todos ellos apuntándola con sus blásteres. Habían estado en todas partes, esperándola; los transportistas autónomos que disfrutaban de su caffa en el puesto de comidas, el dependiente de la tienda de artículos de viaje, el técnico que reparaba el droide de limpieza, incluso los dos viajeros gruvianos “perdidos”.
La mano de Rixen voló al bolsillo externo de su mochila. Si podía pulsar el interruptor de hombre muerto, activaría una carga de detonita oculta en L1V-IN que se llevaría por delante a ella y a todos los agentes.
Antes de poder extraer la caja del detonador remoto, un férreo agarre le sujetó la muñeca y le apartó la mano de la mochila. Presa del pánico, Rixen no se había dado cuenta de que alguien se había deslizado tras ella... Do’naal. Le presionó el brazo contra la espalda, extrajo el bláster de mano de la funda que la agente llevaba oculta bajo la chaqueta, y dejó caer el arma al suelo.
-Te estábamos esperando, Rixen, querida –le masculló al oído-. No podíamos dejar que abandonaras los Mundos del Núcleo sin una última charla con tus viejos amigos de la Inteligencia Imperial, ¿verdad?
-¿Cómo me habéis encontrado? –tartamudeó Rixen, comenzando a perder los nervios. Sabía que no iba a tener ningún encuentro con Stabris en el Borde Exterior-. Hay casi medio millón de estos pequeños droides de información vagando por el Puerto de Pasajeros de Kuat. ¿Cómo descubristeis que este era nuestro punto de contacto?
-Tu amigo Vewin fue de lo más cooperador, con los incentivos adecuados –dijo Do’naal con una mueca-. Por suerte fuimos capaces de reprogramar a este pequeño droide amigo tuyo antes de que llegaras a Kuat. Qué lástima.
Varios soldados de asalto llegaron a la escena. Do’naal empujó a Rixen hacia ellos, y ellos le arrebataron la mochila y le sujetaron las muñecas a la espalda con bandas de contención.
Do’naal mostró una sonrisa malvada y se acarició la barba.
-Voy a disfrutar especialmente interrogándote yo mismo.
Entonces los soldados de asalto condujeron a Rixen a las mazmorras de detención imperiales.

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