miércoles, 30 de septiembre de 2015

Segunda promesa

Segunda promesa
Kathy Tyers

El joven bakurano que había conducido a Pter Thanas por Salis D’aar desde la guarnición se puso en posición de firmes frente a una ventana con vidrieras. Thanas se dio cuenta de que nunca antes la había visto. Durante dos años de supuesto servicio a Bakura, jamás había estado en la oficina del primer ministro Captison. Había respondido directamente al gobernador Wilek Nereus.
Captison alzó sus pobladas cejas blancas.
-¿Thanas? Creía que su transporte había partido.
-Y así es. –Thanas echó mano al bolsillo de su pecho. Extrajo la insignia imperial que había retirado de la pechera de su uniforme-. He cometido muchos errores a lo largo de mi vida, primer ministro. Pero no creo que este sea uno de ellos.
Para profunda satisfacción de Thanas, Captison se puso en pie.
-Comandante Thanas, no quiero malinterpretarle. Parece que ha abandonado el servicio al Imperio. Por favor, corríjame si me equivoco.
-No –dijo Thanas soltando el aliento ruidosamente. Un peso invisible cayó desde sus hombros y desapareció-. Está usted en lo cierto. –En su camino desde la guarnición, se había preguntado si Captison le consideraría responsable de traición contra los defensores rebeldes de Bakura-. Entrego el Dominante a sus fuerzas, primer ministro. Tal vez yo pueda servir como consejero a su nuevo comandante.
El Imperio siempre había mantenido sus servicios mediante amenazas. Ahora, nada había cambiado, excepto el grado de esas amenazas; el castigo si el Imperio le recapturaba. Sin duda Captison lo entendía. Pero Thanas no era ningún pirata; no secuestraría una nave militar y se convertiría en saqueador. Prefería servir en un rango inferior que abandonar el servicio militar.
Captison tomó la insignia de rango.
-No tengo a nadie en mi fuerza de defensa con su experiencia de mando. Si me promete su lealtad, le mantendré como comandante de las fuerzas de Bakura.
Aliviado, Thanas se inclinó sobre el escritorio para estrechar la mano de Captison.
-Espléndido. Nuestra fuerza de defensa es un desbarajuste –admitió con pesar Captison-. Y prometí al comandante Skywalker que enviaría un escuadrón para apoyar a la Alianza en cuanto fuera posible.
Su primera tarea... ¿enviar fuerzas a la Alianza? Thanas soltó una leve risita.
-¿Por qué no? –murmuró-. Necesito una estación de trabajo, por favor.
-¿Le sirve la oficina de Nereus? El ala de Oficinas Imperial estará bastante silenciosa de momento.
-El silencio me complace, señor.
-Así me lo figuraba. También puede mudarse al apartamento de Nereus. Trataremos de hacer que se sienta cómodo.
”De hecho... –Volvió a sentarse en su asiento y tecleó en su panel de comunicaciones-. Voy a llamar a Tiree. Nos sentiremos honrados si viene a cenar con nosotros esta noche.
-Por favor, comandante –dijo una voz femenina.
Thanas se volvió para ver a la sobrina de Captison, la senadora Gaeriel Captison, atravesando el umbral. Su vestido centelleaba con un patrón de flores de namana, pero el brillo de su sonrisa lo eclipsaba.
Thanas extendió las manos.
-No puedo negarme –dijo-. Gracias.

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