Mejor que
nada
Peter
Schweighofer
Platt estaba preocupada. Había tenido que realizar
un aterrizaje de emergencia con el Última
Oportunidad en la jungla dorajana, para hacer reparaciones. El piquete
imperial en órbita no iba a dejarle irse alegremente sin permiso –especialmente
con esa bodega de carga repleta de blásteres pesados de los suministros
imperiales- y sus cazas TIE habían causado un buen daño en los acoplamientos de
energía de sus motores iónicos. Y si no lo arreglaba todo pronto, ese
Destructor Estelar de allí arriba detectaría su posición y enviaría a alguien
fuertemente armado para capturarla.
-CeUve –llamó Platt, con su voz resonando por el
conducto de mantenimiento bajo el compartimento principal de tripulación. Asomó
la cabeza fuera del agujero en el suelo de la nave, del que había retirado la
plancha de la cubierta-. ¡CeUve! ¡Ven aquí y tráeme la caja de herramientas!
En algún lugar de las entrañas de la nave, la caja
de voz de un droide asp graznó con tonos metálicos:
-Afirmativo.
Platt se inclinó sobre las planchas de la cubierta,
tamborileando con los dedos. CeUve caminaba lentamente por la nave, con los
servomotores de sus piernas emitiendo un fuerte sonido de engranajes a cada
paso. La contrabandista sería la primera en admitir que CeUve era lento, tanto
en locomoción como en velocidad de procesado. También era barato, y Platt a
menudo necesitaba ayuda en la nave, sin importar lo aparentemente simple o
estúpida que esa ayuda resultara ser.
CeUve llegó ruidosamente hasta el agujero creado
por la plancha de cubierta faltante y dejó caer la caja de herramientas al
suelo.
-Afirmativo.
-Gracias –murmuró Platt mientras comenzaba a rebuscar
en la caja de herramientas. Tras encontrar la palanca de energía, se retiró al
hueco de acceso, posicionándose en el estrecho espacio para mover una tubería
que había impactado contra los acoplamientos de energía. Cuando lo hubo
extraído todo, comenzó a encajar los nuevos acoplamientos en su lugar.
-¡Eh, CeUve! –exclamó-. Búscame la hidrollave.
Platt no escuchó el acostumbrado “afirmativo”. Pero
CeUve dio varias vueltas con sus pasos metálicos por las planchas de cubierta.
Tras un buen rato sin que le entregara la hidrollave –que estaba justo ahí, en
la caja de herramientas- Platt comenzó a preocuparse. Gateó hasta la salida del
conducto de acceso y asomó la cabeza por la escotilla de la cubierta. CeUve
avanzaba por el pasillo hacia la cabina.
-¡CeUve! –llamó-. Ven aquí. –El droide se giró,
obediente, y caminó pesadamente de vuelta a la escotilla de acceso-. Te he
pedido la hidrollave –le reprendió, sacando herramientas de la caja-. ¿Por qué
ibas hacia la cabina?
-Negativo –respondió CeUve.
Platt encontró la llave en el fondo de la caja de
herramientas-. Está aquí mismo –dijo Platt, tendiendo la hidrollave a CeUve
para que la examinara-. ¿No sabes distinguir entre una hidrollave y la cabina?
-Negativo.
-¿Qué retorcida lógica de programación infesta esa
cabeza tuya? –dijo, enfadada-. ¿Cómo es que eres capaz de identificar la caja
de herramientas para traérmela, pero luego no puedes encontrarme la hidrollave?
-Negativo. Negativo.
-No me vengas con “negativos”, viejo montón de chatarra
oxidada.
Platt soltó un suspiro y meneó la cabeza. No tenía
sentido perder el tiempo discutiendo con el droide. Las cosas serían mucho más
simples con un droide astromecánico, aunque ellos tendían a ponerse cascarrabias con el tiempo.
Platt tomó la hidrollave y se agachó en el agujero
de mantenimiento para sujetar el nuevo acoplamiento de energía.
-¿Sabes, CeUve? No eres un asp –exclamó Platt-. ¡Eres
un maldito dolor!
-Afirmativo.
-¿Por qué no vas a buscarte un rincón cómodo y te
apagas?
-Afirmativo.
Droide
estúpido.
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