Kathy Tyers
-Señores y creadores –murmuró Valtis-. Mira cuántos
son.
La capitán Tessa Manchisco afianzó ambos pies en la
cubierta e inclinó hacia delante su sillón de mando. Al mando de la primera
fuerza de trabajo del Alineamiento Libre Virgilliano, el Frenesí acababa de salir del hiperespacio cerca de Sullust; un
triunfante regreso para el carguero, que había sido donado por Sullust para
acelerar la liberación de Virgillia. Lo primero que hizo Manchisco fue buscar
un punto de luz marrón rojizo muy pequeño: el planeta volcánico de Sullust. Sin
embargo, se quedó sin aliento ante la flota rebelde, que se extendía en todas
direcciones hasta donde le alcanzaba la vista.
Había encontrado impresionante la panoplia de 22
naves del Alineamiento Libre. Pero ante ella brillaban docenas de naves de
batalla, destructores, cruceros, portanaves, bombarderos, naves de carga, naves
cisterna y cañoneras. Esperaba ver naves corellianas, calamarianas y
alderaanianas. No Había esperado ver representado a Kessel, aunque podrían ser
independientes que seguían luchando allí contra su gobierno imperial.
Sullustanas, bestinianas, bothanas... Había muchísimas más.
La rebelión se había extendido.
-Escuadrón en aproximación, transmita código de
reconocimiento –ordenó una voz por el transceptor.
Tessa hizo una seña al teniente Delckis. Su Oficial
de Comunicaciones, de anchos hombros, tecleó una secuencia alfanumérica que les
habían dado al salir de Virgillia. Por un instante, Tessa sintió cómo se le
escapaba el sudor. Si esa flota le rechazaba, le devorarían... y también a la
crema de los cazas de su mundo natal, que transportaba a bordo.
-Ah –dijo la voz del transceptor.- Virgillia.
Bienvenidos. ¿Necesitan repostar? Han llegado en el momento oportuno. Estamos a
punto de saltar.
-¿A la batalla? –Tessa se secó las palmas de las
manos en el pantalón.
-Confirmado –dijo la voz-. Una grande... tal vez la
última, si perdemos. Nos vendréis bien.
Tessa echó un vistazo al panel de mando. Veintidós
naves virgilianas habían salido del hiperespacio en buenas condiciones; sólo parpadeaba
el indicador de fallo del Duque Maldito.
Esa nave siempre atraía la mala suerte.
-Tenemos un pájaro herido –respondió-, pero el
resto de nosotros estamos ansiosos por enfrentarnos a una auténtica batalla. Pónganse
sobre nosotros y transmitan las coordenadas de salto.
-Espléndido –dijo la voz-. Bienvenidos a la Alianza
Rebelde.
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