martes, 22 de septiembre de 2015

El pulso del pueblo

El pulso del pueblo
Kathy Tyers

Yeorg Captison caminó con paso firme hacia su oficina. Sentaba bien hacerlo, después de haber estado vacilante durante tanto tiempo. Había llevado a su pueblo a un tiempo de relativa paz y prosperidad. Pero ahora, los Ssi-ruuk habían huido y la Alianza Rebelde controlaba Salis D’aar.
Decían que era algo temporal. ¿También ellos impondrían su voluntad en Bakura? Sin embargo, habían demostrado ser más dignos de confianza que sus equivalentes imperiales.
Encontró a Ellice en su oficina exterior.
-Transmisión de emergencia –dijo-. Transmite desde mi oficina.
Ella asintió y corrió hacia su escritorio. Él cruzó la puerta interior y se tomó un momento para asegurarse de que tenía el aspecto de un hombre que había escapado por los pelos a un interrogatorio imperial... y a su posterior ejecución. Su túnica verde, rasgada y polvorienta, lucía perfecta. No necesitaba lavarse la cara.
Se sentó.
-Preparado, Ellice.
Una luz verde se encendió en la consola del techo.
-Camaradas bakuranos –dijo-, la amenaza alienígena ha terminado. Nuestros protectores imperiales y sus aliados de la Alianza Rebelde han obligado a retirarse a la flota Ssi-ruuvi.
”Pero sabéis que la fuerza de trabajo imperial rápidamente intentó erradicar a nuestros otros aliados, quienes arriesgaron sus vidas para salvar Bakura.
”Debido a un poco inteligente ataque personal a un embajador rebelde, el gobernador Nereus acaba de morir. En este instante... –Ahora elige bien las palabras, se advirtió a sí mismo-... es mi deber convocar a los ciudadanos de Bakura para una votación inmediata. ¿Deseáis permanecer bajo protección imperial? ¿Es el momento de que Bakura permanezca independiente, confiando en sus propias defensas? ¿O debería Bakura aceptar la oferta de la Alianza de un tratado de ayuda y apoyo militar? Aunque ese apoyo es menor que lo que ofrece el Imperio, es más poder del que representan nuestras propias fuerzas.
”Ciudadanos todos, teclead por favor vuestras respuestas en los circuitos de votación dentro de la próxima media hora. Debe participar el treinta por ciento de nuestra población para que el senado emita una resolución vinculante.
Haciendo una señal por debajo del escritorio, dijo a Ellice que finalizara la transmisión. Inmediatamente, en un monitor bajo su codo izquierdo, comenzaron a aparecer números en tres columnas.
-¿Y bien? –Ellice apareció en el umbral, con los brazos cruzados sobre el pecho.
-Ha respondido el cero coma tres por ciento –dijo-. No es suficiente para estimar una tendencia, pero están votando rápidamente.
-Es un tema de alto interés. ¿Cuántos han votado por la Rebelión, hasta ahora?
-El setenta por ciento.
-Eso incluye mi voto –dijo Ellice en voz baja.
-El mío no. –Yeorg alargó la mano hasta su propia tecla de votación. Indicó su elección-. Ahora sí.

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