viernes, 20 de febrero de 2015

Sirviendo desde el pozo de tripulación del puente

Sirviendo desde el pozo de tripulación del puente
Bill Slavicsek

El teniente Dezon observó detenidamente sus monitores en el pozo de tripulación del puente. Había calculado el vector de entrada exacto más de una docena de veces, pero quería asegurarse de estar en lo cierto. No, tenía que estar en lo cierto. Ahora era un oficial imperial, y los errores eran algo que no podía permitirse cometer. El capitán de la nave no se caracterizaba por su indulgencia, y había visto a más de un tripulante sufrir por el más mínimo error. No tenía ninguna intención de unirse a sus filas.
Dezon había sido reclutado por la Armada Imperial desde su planeta natal. Habría preferido no tener que servir al Imperio, pero no tuvo elección. Su mundo era uno de los que aún eran dominados por el Imperio, y si quería que su familia permaneciera a salvo, tenía que cumplir su periodo de servicio obedientemente y lo mejor que pudiera. Era uno de los muchos jóvenes que servían en naves capitales imperiales. Su entrenamiento había sido breve pero intenso, y aún continuaba. Pero había demostrado suficientes méritos para ganar un rango de oficial y un puesto en el pozo de tripulación del puente del Crucero Interceptor Constrictor.
La nave había recibido la llamada del Destructor Estelar Halcón de la Tormenta, solicitando ayuda para atrapar a una nave contrabandista que había saltado al hiperespacio a tres sectores de distancia. El Halcón de la Tormenta proporcionó su vector de salto, y el Constrictor se desplazó a una probable posición de interceptación. Como oficial al mando de la estación de proyección del pozo de gravedad, le correspondía a Dezon calcular la ubicación adecuada de las sombras de masa para interrumpir el viaje hiperespacial de la nave contrabandista. Eso era lo que había hecho, y también había calculado el tiempo aproximado de llegada basándose en el vector de la nave y en su tipo de motor. Todo lo que tenía que hacer era ordenar a los artilleros de proyección que iniciaran la secuencia de sombra de masa en el momento adecuado.
La teoría era sencilla. Las masas de gravedad en el espacio real se reflejaban en el hiperespacio, permitiendo la navegación y el viaje codimensional. También hacían peligroso el hiperespacio. Una masa de gravedad no cartografiada en el camino de una nave viajando a la velocidad de la luz podía ser desastrosa... como pilotar una nave a toda velocidad contra un muro macizo. Por suerte, los motores hiperespaciales están equipados con interruptores de emergencia que apagan los motores y hacen que las naves regresen al espacio real antes de chocarse contra lo que estuviera provocando la sombra de masa.
Con grandes generadores de pozos gravitatorios, los Cruceros Interceptores podían producir sombras de masa artificiales donde las necesitaran. Dezon estaba a punto de hacer eso mismo, sacando a la nave contrabandista al espacio real y reteniéndola allí hasta que llegara el Halcón de la Tormenta. Comprobó sus cálculos, y entonces echó un vistazo al crono de la nave. Casi era la hora, pensó, y sintió que la boca se le secaba. Estaba a punto de poner a prueba su entrenamiento... y esta vez en serio.
-Ahora –dijo Dezon con voz firme, hablando directamente a su unidad de comunicaciones. Los artilleros estacionados en los cuatro proyectores de pozos de gravedad confirmaron la orden. Dezon observó los cuatro conos de ondas gravitatorias extendiéndose por su pantalla-. Vamos, ¿dónde estás? –susurró para sí mismo, comprobando sus cálculos una vez más.
-Ahí está –anunció uno de sus tripulantes del pozo. Dezon exhaló un suspiro de alivio cuando el carguero modificado saltó fuera del hiperespacio. Sabía que sólo estaría desorientado por un instante. Luego trataría de escapar. No podía permitirlo.
-Golpeadle con dos conos de ondas, a babor y a popa –ordenó Dezon-, y mantened los otros dos preparados por si trata de escapar.
Mientras mantuvieran el carguero dentro de las sombras de masa, no sería capaz de saltar a la velocidad de la luz. Incluso entonces, el astrogador necesitaría varios minutos para calcular una nueva ruta hiperespacial. Para entonces, todo habría acabado.
Un instante después, el Halcón de la Tormenta apareció sin advertencia previa ni  mayor ostentación. Inmediatamente golpeó al carguero con un muro de rayos tractores y comenzó a remolcarlo hacia las fauces abiertas de su hangar inferior.
-Lo tenemos, Constrictor –comunicó el Halcón de la Tormenta-. Gracias por la ayuda.
Dezon confirmó la recepción del mensaje mientras escuchaba pesados pasos aproximándose por la cubierta de mando. Se giró sobre sí mismo y se colocó en posición de firmes, reprimiendo el impulso de levantar la mirada hacia el capitán. Permaneció así durante varios largos segundos, con la cabeza firme y los ojos fijos en las pulidas botas negras del comandante del Constrictor. Finalmente, el capitán habló.
-Buen trabajo, teniente –dijo secamente-. Aún podremos convertirle en un buen imperial.
-Sí, señor, gracias, señor –respondió Dezon mientras el capitán daba la vuelta y se marchaba. Había actuado bien y había evitado despertar la ira del capitán... esta vez. Sólo esperaba que la siguiente vez las cosas fueran igual de bien.

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