lunes, 9 de febrero de 2015

Debate del Consejo


Debate del Consejo
Bill Slavicsek, Eric Trautmann

Fragmento de la reunión del Consejo Provisional de la Nueva República, archivo # 1876389234/D

El consejero Sian Tew se puso en pie, dirigiéndose a la concurrencia de consejeros llegados de toda la Nueva República. Tew, un sullustano, se aclaró la garganta con una tos gutural y comenzó a hablar.
-Amigos míos –trinó-, es imperativo que reabramos nuestras rutas de transporte tan pronto como sea posible. Espero que el Consejo apruebe la propuesta del capitán Solo para abrir contactos comerciales con los transportistas de carga que ha recomendado.
-Querrá decir contrabandistas –gruñó el almirante Ackbar, mirando fijamente al sullustano. El rechazo cultural que los mon calamari sentían por el contrabando era legendario-. No veo razón alguna para permitir que esos operadores “extraoficiales” se acerquen a menos de 20 parsecs de los cargamentos de la Nueva República.
-¿Y a qué se debe eso? –replicó el diplomático sullustano-. ¿Tal vez porque eso pondría en ridículo a su flota estelar?
-Discúlpenme, caballeros –interrumpió Mon Mothma, clavando la mirada con rabia controlada sobre la pareja de diplomáticos-. Si yo fuera ustedes, caballeros, me abstendría de realizar tales ataques.
-Preferiría responder a su pregunta –dijo Ackbar-. No, no me preocupa en absoluto que los contrabandistas superen a mis naves.
-Qué extraño –murmuró Tew, frotándose pensativamente uno de los pliegues de sus mejillas-. La mayoría de los pilotos que he conocido tienen muchas historias de cómo han esquivado las naves de aduanas mon calamari.
Un coro amortiguado de risitas recorrió la mesa. Ackbar se enfureció.
-No veo razón alguna para ofrecer a contrabandistas (criminales en su mayoría) contratos de transporte.
-Parece que no le gustan los contrabandistas, almirante –dijo Tew con tono provocador-. ¿Tal vez crea que el capitán Solo y Lando Calrissian no sean lo bastante dignos de formar parte de la Nueva República?
-Por supuesto que lo son –bramó Ackbar-. Ellos han abandonado tales negocios abiertamente criminales.
-Hecho por el cual las fuerzas aduaneras mon calamari deben estar extremadamente agradecidas –replicó Sian Tew-. Sin embargo, sigue existiendo el hecho de que tenemos canales de transporte inadecuados y debemos remediarlo. ¿Tiene alguna alternativa, almirante?
Ackbar hizo una pausa pensativa, sopesando sus opciones. Tew era un maestro de la manipulación, y Ackbar había caído en su trampa verbal. Ese pobre tipo no es un buen político, pensó Tew sonriendo en su interior.
-Todavía no –concedió Ackbar-. Aunque estoy seguro de que esa alternativa existe.
-Y la espero ansiosamente, almirante. Por favor, hágamelo saber cuando se le haya ocurrido alguna.
Otra ronda de risitas apagadas recorrió a los consejeros, y Mon Mothma tuvo que volver a llamar al orden al grupo, lanzando una mirada de advertencia a Tew.
-En serio, almirante –dijo Tew-. Conozco varios contrabandistas y pilotos capaces de restaurar nuestros canales de transporte, o al menos parte de ellos. Nien Nunb y sus contratistas privados están dispuestos a ayudar. Solo conoce a varios pilotos de carguero de sus días de contrabando. Incluso yo participé en algunas “actividades de transporte encubiertas” en mi época, y puedo recomendar a algunas personas. Los contrabandistas no son el grupo de degenerados y asesinos que usted cree que son.
”Y pueden ser nuestra mejor, nuestra única esperanza de restaurar cierta capacidad de transporte en le Nueva República –añadió el sullustano, borrando con su tono serio las sonrisas del rostro de los demás delegados conforme se daban cuenta de la verdad de las palabras de Tew. Entonces, con una sonrisa sarcástica, concluyó-: Siempre y cuando no tengan que preocuparse de que la temida armada mon calamari haga volar sus naves en pedazos. –Tew midió perfectamente el comentario, dejando que la tensión se esfumara de todos los presentes, e incluso Ackbar esbozó una débil sonrisa.
-De acuerdo, consejero –dijo el mon calamari-. Trataremos de no azuzarles demasiado.

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