Clon B-2332-54
Eric Trautmann
El Núcleo de Fundición D de Ciudad Nube era uno de
los centros de reciclaje de metal más eficientes de la ciudad; Groggin, el
ugnaught al mando de este núcleo de fundición en particular, siempre velaba por
ello. Cualquier cosa que pudiera ser fundida y reprocesada era arrojada al
gigantesco horno que mantenía en funcionamiento día y noche. Partes de droides,
ordenadores rotos, latas metálicas de comida y fragmentos de paredes, todo ello
descendía por la ruidosa cinta transportadora para convertirse en metales
básicos o aleaciones útiles.
Un objeto inusual en medio de la chatarra llamó la
atención de la escrutadora mirada de Groggin. Acercándose al flujo de desechos
que pasaba rodando junto a él, rescató con destreza el fragmento de basura que
le había llamado la atención.
Con un gruñido de sorpresa, dio vueltas en sus
manos al muñón cauterizado de una mano humana, que todavía seguía agarrando un
extraño cilindro metálico. Comprobando el número de lote, vio que la mano
procedía de los pozos de ventilación inferiores. Aparentemente, esa inusual
pieza de basura había sido rescatada que mantenían libres de residuos la red de
tuberías y pozos de ventilación. ¿Cómo
galaxias llegó esto ahí abajo?, pensó el ugnaught. No importa. Todo lo que importa es el metal.
De vuelta a la cinta transportadora, Groggin
pretendía incinerar la mano perdida y fundir el extraño cilindro de metal.
Entonces, escuchó un extraño siseo metálico tras él. Dándose la vuelta, el
ugnaught bajito y regordete observó con la figura negra de dos metros de alto y
con capa que se encontraba en la puerta. La amenazante figura hizo un gesto a
Groggin.
-La mano. Dámela –solicitó el gigante acorazado,
con voz que resonó por toda la sala.
Groggin, completamente ignorante de los asuntos
galácticos, no se dio cuenta de con quién estaba hablando. Inmediatamente pidió
2.000 créditos.
-Tengo que cubrir gastos, viejo –gruñó-. Aunque
tengo el presentimiento de que podemos llegar a un acuerdo. El metal de ese
casco podría ser útil. No valdrá mucho, pero aún...
Lord Darth Vader, no acostumbrado a una falta de
respeto tan flagrante, quedó momentáneamente sorprendido, pero sólo por un instante.
-Me darás la mano. Y el sable de luz. Ahora –gruñó con tono amenazante,
enfatizando la grave amenaza implícita en cada palabra.
-Un momento, veamos... -comenzó a decir Groggin,
pero su voz se apagó en un jadeo ahogado. Con un gesto de la mano enguantada de
Vader, la mano amputada, sosteniendo aún el sable de luz desactivado, flotó
hasta el Señor Oscuro de los Sith.
Los demás ugnaughts de la sala inmediatamente comenzaron
a acercarse como un enjambre a su líder, tratando de averiguar la causa de su misterioso
ataque de tos. El impertinente ingeniero estaba muerto antes de que pudieran
llegar hasta él. Y más tarde, jurarían que –si es que era posible- el malvado
Señor Oscuro estaba radiante de negro placer.
-Otro trofeo para las cámaras del Emperador –bramó Vader.
Dando la vuelta sobre sus talones, Darth Vader se
marchó, dejando atrás la cámara de fundición... y a su capataz muerto.
Subiendo a bordo de su lanzadera, ordenó al piloto
que despegara. Una lástima, hijo mío,
pensó. Podrías haberte unido a mí, y
juntos... podríamos haber destruido al Emperador y gobernado la galaxia en su
lugar.
Observando el apéndice amputado que sostenía en sus
manos, un súbito pensamiento cruzó la mente del Señor Oscuro. Tal vez, si tú no te conviertes, pequeño
Jedi, se pueda conseguir un sustituto adecuado.
De pronto, Vader se vio obligado a caer de rodillas
bajo la horriblemente poderosa voz que resonaba como feroces truenos en su
cabeza. Los pilotos se esforzaron en vano en hacer caso omiso de las...
molestias del Señor Oscuro.
-Sí, mi sirviente –bramó la voz en su mente,
emanando pura maldad-. Ven al Monte Tantiss, inmediatamente. Me reuniré contigo
allí, y hablaremos de mi nuevo trofeo.
-Sí... mi Señor –dijo Vader con un jadeo, sintiendo
una helada puñalada de temor en su alma, mientras la risita burlona del
Emperador aún resonaba en su mente. Su Maestro había detectado sus pensamientos
sediciosos. Esa conversación sería de lo más desagradable. Realmente muy
desagradable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario