Conmoción era una palabra demasiado suave para lo
que experimentó la flota rebelde al darse cuenta de que los escudos de la
parcialmente completada Estrella de la Muerte estaban activos. Pero aún fue más
alarmante el hecho de que habían sido eficazmente rodeados por la mayor
flotilla de Destructores Estelares jamás reunida; una masa de naves que se
extendía por el cielo. Estaban atrapados. Fox maldijo en voz baja mientras el
comunicador de su ala-A se llenaba con las voces urgentes de los otros
comandantes de ala pidiendo instrucciones. Asimiló la situación; la fuerza de ataque
principal de los rebeldes liderada por el general Lando Calrissian en el Halcón Milenario había detenido su
ataque contra la estación de combate y estaba viéndoselas con enjambres de
cazas TIE desplegados desde la flota imperial. Tras ellos, los Destructores
Estelares se preparaban para matar. La pantalla táctica de Fox parecía una
telaraña de varias capas de interferencia electromagnética. No le sorprendió en
absoluto cuando recibió órdenes cancelando la misión de retaguardia y
reasignando su ala de inmediato.
-Ya era hora –dijo Moonsong.
-Deja esa cháchara, Bastardo Tres –saltó Stramm. Moonsong
se cayó mientras Fox emitía las nuevas órdenes. No había tiempo de explicarles
el porqué de la situación. Su trabajo no era pensar; de hecho, cuanto menos
pensasen en ese momento, mejor. Pero en el caso improbable de que los comandos
rebeldes que habían aterrizado en la luna consiguieran desactivar el escudo de
algún modo, la flota iba a necesitar pivotar rápidamente y dirigirse hacia la
Estrella de la Muerte. Iban a necesitar hacer que cada segundo contase. Y no
iban a tener tiempo de abrirse paso luchando entre cada vez más Destructores
Estelares. Uno en concreto se estaba desplegando justo enfrente del escudo...
Fox lo reconoció como el Devastador.
La nave que Vader capitaneó una vez. La nave que
había matado a su familia. Apretó los dientes y activó su micrófono.
-Jefe Bastardo a Escuadrón Bastardo. Seguidme en formación
uno-siete-cero-delta.
El Escuadrón Bastardo se separó y luego se reagrupó
como una bandada de pájaros, lanzándose hacia la gigantesca nave en formación
de punta de flecha. Pero cualquier esperanza que Fox pudiera tener de un ataque
rápido contra la inmensa nave se desvaneció cuando dos docenas de interceptores
TIE aparecieron desde la popa de la nave y fueron directamente hacia ellos. Fox
se sintió hundido al verlos acercarse a toda velocidad en sus pantallas. Sabía
en el fondo de su corazón que la mayor parte de sus pilotos apenas habían
aprendido las técnicas necesarias para lanzar pasadas de ataque contra una nave
capital. Y ahora iban a tener que luchar nave a nave con cazas TIE
experimentados. Pero la situación era la misma en todas partes de la flota.
Estaban rodeados. Se había acabado.
Pero no era cierto.
Fox dibujó una sonrisa. Puede que no fueran capaces
de ganar, pero al menos ofrecerían a los imperiales una lucha que jamás
olvidarían.
-Escuadrón Bastardo... ¡comenzad vuestro ataque!
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